Recuerdas? nos conocimos hacia un par de pares
de años y uno más atrás, tú recién llegabas, eras nuevo, eras un perfecto
desconocido que poco a poco se robaba mi atención al transitar por aquellos
lugares por los que solía estar, te saludaba y tú con una cálida sonrisa y voz
sugestiva correspondías mis tímidos saludos, con esos ojos que brillaban bajo
esas prolongadas y coquetas pestañas que me hipnotizaban, la poca frecuencia
que teníamos debido al entorno que nos envolvía, nos imponía a mantener una
relación engorrosa e inimaginable…….imposible.
Además de los distintos deberes de cada uno,
tu tenías otras responsabilidades mucho más diferentes que las mías, yo salía
con un chico, delgado con dotes atléticos, lo cual no era difícil de
enterarse pues en aquel ámbito que nos albergaba toda la semana, las duplas de
adolescentes en iniciación sonaban por todos los pasillos y escaleras.
Tú parecías uno más de los nuestros, la
relación que mantenías con los no muy contemporáneos tuyos era fantástico, el
verte jugar un partido de fútbol y no llevar ese traje formal, te asemejabas a
un adolescente más, ya que tu delgada figura te favorecía.
Recuerdo aquel viernes de tarde vestías un
polo gris a rayas, pantalón dril y zapatos marrones de amarrar, eras parte del
equipo de fútbol junto a tus camaradas, adversario de los míos, correteabas de
arco a arco, nosotras espectadoras alentábamos a los nuestros desde la tribuna
y yo sólo te miraba, te miraba agitado, sofocado por el partido, cuando llegó
la pelota a pocos metros del lado por donde estaba, sonó el pito que indicaba
“Tiempo”, tú tomando un gran bocado de aire de sentaste cerca, cogiste una
botella de agua y lo llevaste a tus labios resecos y yo , yo sentía … mariposas
en el estómago y te observaba tímidamente y tú inconsciente de lo que me estaba
pasando.
Y así pasó un par de años, tú dedicado en
nosotros (no directamente conmigo), comprometido con tu ocupación, destacando
ante todos, ganándote mi admiración, y yo viéndote inalcanzable, te tuve frente
mío un par de veces exponiendo tus experiencias y conocimientos de una manera
digerible, nuestra comunicación tomaba un sentido amigable y confiable, me
elogiaste por un logro que tuve de una manera “rara” porque me asustaste cuando
dijiste “la anterior era finta” y sonreíste. Nos encomendaste un tajo, ya eran
vísperas navideñas y yo consecuente la desarrollé. Un viernes, el día final de
todo el periodo de ese año, encerrados entre 4 paredes y una puerta abierta de
lunas, nos encontrábamos sentados ordenadamente dándole los retoques finales,
cuando terminé, me levanté, cruce la puerta y ya era noche, me dirigí al baño,
tú estabas al lado compartiendo una chocolatada, bajé y subí escaleras y cuando
iba avanzando vi tu figura solitaria asomada en el balcón, miré la noche
cargada de estrellas, me acerqué, me ruborice, me posé a tu lado izquierdo y te
hablé, te dije que ya había terminado y tú me dijiste esperemos a los demás,
estábamos cerca a la puerta, la cual estaba media junta, y la bulla del lado
invadía ese escenario improvisado, fue ahí donde hablamos con mucha fluidez,
como nunca, era la primera vez que conversábamos de esa manera y después me di
cuenta que también era la última.
Ahora después de media década…¡Quiero que me
Mires!, no a aquella que vestía aquel hábito, aquella que de vez en cuando
curioseaba experimentar esas cosas de adolescentes, aquella que se mantenía al
margen reprimiendo un cúmulo de sensaciones, aquella que sólo te miraba como
debía, aquella que tú secretamente deseabas en silencio…..
Quiero que me Mires…, porque a pesar del
tiempo y esta distancia temporal, has tocado en lo más profundo del núcleo de
mi corazón, y mis sentidos…
Quiero que me Mires…porque puedo leerte al
mirarte a los ojos.
Quiero que me Mires… porque puedo ser 3
en 1.
Quiero que me Mires…porque ya no somos los
mismos de hace 5 años.
Quiero que me Mires…a Mí.
…..y ahora está lloviendo, tú estás durmiendo
y yo escribiendo…y solo Quiero que me Mires, atravesando mi piel.